lunes, 10 de enero de 2011

12. Beatriz

(1)

Todo lo que yo quisiera, todo, excepto aquello que necesitaba. Siendo honesta no suponía un problema, sin haber conocido eso a lo que llaman vida, no podía saber lo que me faltaba.

Tú seguramente has anhelado en algún momento ciertos aspectos de mi infancia y juventud, las comodidades, los lujos, los viajes… pero yo te he envidiado y te envidio por poder incluir en tu diccionario vital palabras como decisión, elección, amiga, padre, aire…

Hoy me ha vuelto a visitar Esther. Sigue ayudándome a ordenar las piezas de mi rompecabezas, me alivia, pero me resulta agotador. Cada pequeño fragmento de mi existencia al que logro otorgarle un sentido, que logro entender en si mismo y en comparación con una existencia normal ,(o aquello que el resto de las personas consideran una existencia normal), me roba el aire, me produce un dolor en el pecho, un desazón… cada cosa que comprendo hace que deje de comprender, o que me de cuenta de que no comprendo, otras diez.

Esther me ha preguntado porque no llevaba las medias que me trajo en su última visita, parece que está preocupada por mi salud, por si paso frío, o algo parecido, lo intenté el día que me las dio, intenté ponérmelas por la noche, y lo he vuelto a intentar esta mañana, sabía que le habría hecho ilusión, pero no puedo. De verdad, no puedo soportarlas. No se como las demás podéis. Se pegan a las piernas, si se tratase del cuello nos impediría por completo la respiración, ¡moriríamos ahogadas! y sí, es cierto, no os las ponéis en el cuello, pero eso no me calma. Me provocan la misma sensación de encierro, de ahogo, me dan eso que dijiste el otro día…¿Cómo se llamaba?

Sí, exacto, claustrofobia.

Es curioso ¿no? Mi vida ha transcurrido de principio a fin entre cuatro paredes, entre una gran variedad de paredes pero siempre entre cuatro de ellas. Lo normal sería que ahora que estoy aquí me asustasen los paseos, los jardines y me encuentro hablando contigo contándote que un par de medias me dan claustrofobia… no se a que se debe, si lo descubro pronto te lo contaré.

No, no me apetece contarte mis primeros recuerdos, esa historia ya me la se. ¿Porqué no me cuentas los tuyos?

Ya… siempre igual, estás aquí para que hable yo… pues hoy no. Creo que me voy a dormir.

***

No hay comentarios:

Publicar un comentario