lunes, 31 de enero de 2011

15. Deseo de ser piel roja

Si uno pudiera ser un piel roja siempre alerta, cabalgando sobre un caballo veloz, a través del viento, constantemente sacudido sobre la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas porque no hacen falta espuelas, hasta arrojar las riendas porque no hacen falta riendas, y apenas viera ante sí que el campo era una pradera rasa, habrían desaparecido las crines y la cabeza del caballo.

Franz Kafka, "El deseo de ser piel roja", 1913

martes, 18 de enero de 2011

14. Beatriz

(2)

¿Te has fijado? Llueve. Me gusta ver la lluvia desde la ventana, no, me gusta oír la lluvia desde la ventana. Una vez, creo que debía tener yo unos nueve años, llovía, mi madre había salido, creo que necesitaba un sombrero nuevo, o que decía que yo necesitaba uno… no lo recuerdo. La lluvia era fuerte, y me asomé a la ventana para que me mojase, de pronto no me parecía suficiente con verla y oírla desde la ventana. No se si alguna vez has visto llover así, de verdad, juraría que yo nunca lo he vuelto a ver; era una explosión de agua. Estando completamente mojada me invadió… no se como llamarlo… pero me costaba respirar a causa de los nervios, de la emoción, de pronto quería correr, necesitaba correr; quería gritar, necesitaba gritar. Salté por la ventana, no te asustes, no era alta; y me fui corriendo y chillando por los jardines hasta el barranco. Creo que esa fue la vez en que mi corazón latió más deprisa. Corrí, grité y reí. No se que era lo que me hacía gracia pero no podía parar de reír en una risa que tenía tanto o más de chillido que los que soltaba deliberadamente. No se cuanto rato estuve ahí, no me acuerdo, pero sé que de pronto llegó Iván, me cogió con una toalla y me llevó a casa, delante del fuego. Todo el mundo estaba como loco, ella completamente furiosa e ida, esa parte del recuerdo es mucho menos agradable. Ves, te he contado algo, lo único que tenías que hacer era no preguntar. Y esperar a que lloviera, claro.

¿Cómo? ¿Frustración? ¿Por qué? Tardaron bastante en cogerme, no encuentro en mi memoria otra situación en la que fuese tan feliz siendo yo una niña, ni en la que hubiese estado tanto tiempo al aire libre y sola, sin normas; fue toda una aventura, me sentía como un personaje de novela, te parecerá una tontería pero cuando estaba en casa leer era lo que más me gustaba del mundo, supongo que era una vía de escape… I wish I could find a good book to live in / Wish I could find a good book / Will if I cold find a real good book / I'd never have to come out and look. Creo que Iago fue mi amigo, él y Maca seguramente han sido los dos únicos amigos que he tenido, Iago era el que me elegía los libros y el que me enseñó a leerlos, mi tutor.

Mañana te lo cuento, te lo prometo. Estoy cansada, voy a dormir un rato, creo que esta tarde vienen Esther y Miguel.

***

jueves, 13 de enero de 2011

13. Estupicidad

Está rematadamente claro que es una estupicidad tener que decir estupidez en vez de estupicidad, estupidez no resulta lo suficientemente estúpido como para representar fielmente ciertos momentos mentales.

Es curioso pensar en las tonterías que estás pensando, es una absoluta redundancia en cierto modo, dado que darle vueltas a lo tonto que es algo es una tontería en si, pero por otro lado cuando te das cuenta de que todo lo reflexionado anteriormente era una inmensa gilipollez sin ningún tipo de sentido y entonces pasas segundos y más segundos, incluso minutos y más minutos diciendo… ¡QUÉ LA ENCIERREN!¡QUÉ LA SEDEN!¡QUÉ LA CALLEN! ¡Se ha vuelto totalmente loca! Dejas de poder pensar tonterías ajenas al tema de la estupicidad en si. Habría que redactar una tesis sobre el tema. Y tendría que ser una tesis con muchas faltas de ortografía, muchísimas de hecho, todas las que se te ocurriesen, para que aparte de ser una persona con razonamientos estúpidos parecieses estúpida de por si, incurablemente estúpida.

¿Te imaginas entrar en tu casa y encontrarte a un hombre que podría ser tu abuelo pero que claramente no lo es puesto que está haciendo algo muy extraño con un sillón boca abajo y eso es algo que tu abuelo no haría?

Hacabo de decidír que la tesis no tendria comas tampoco porque cuando empiezas ha desbariar te isterias y hacabas queriendo gritar AGHHH i si hescrives sobre esta sensacion no hesta de mas producirséla hal lector i si ha mi me acava de pasar esto del señor aciendo algo hextraño con un sillon que nunca avia bisto nunca ahbia vísto al sillon hera rojo i azul el sillón claro el señor no haunque eso uviese hestado vién.

lunes, 10 de enero de 2011

12. Beatriz

(1)

Todo lo que yo quisiera, todo, excepto aquello que necesitaba. Siendo honesta no suponía un problema, sin haber conocido eso a lo que llaman vida, no podía saber lo que me faltaba.

Tú seguramente has anhelado en algún momento ciertos aspectos de mi infancia y juventud, las comodidades, los lujos, los viajes… pero yo te he envidiado y te envidio por poder incluir en tu diccionario vital palabras como decisión, elección, amiga, padre, aire…

Hoy me ha vuelto a visitar Esther. Sigue ayudándome a ordenar las piezas de mi rompecabezas, me alivia, pero me resulta agotador. Cada pequeño fragmento de mi existencia al que logro otorgarle un sentido, que logro entender en si mismo y en comparación con una existencia normal ,(o aquello que el resto de las personas consideran una existencia normal), me roba el aire, me produce un dolor en el pecho, un desazón… cada cosa que comprendo hace que deje de comprender, o que me de cuenta de que no comprendo, otras diez.

Esther me ha preguntado porque no llevaba las medias que me trajo en su última visita, parece que está preocupada por mi salud, por si paso frío, o algo parecido, lo intenté el día que me las dio, intenté ponérmelas por la noche, y lo he vuelto a intentar esta mañana, sabía que le habría hecho ilusión, pero no puedo. De verdad, no puedo soportarlas. No se como las demás podéis. Se pegan a las piernas, si se tratase del cuello nos impediría por completo la respiración, ¡moriríamos ahogadas! y sí, es cierto, no os las ponéis en el cuello, pero eso no me calma. Me provocan la misma sensación de encierro, de ahogo, me dan eso que dijiste el otro día…¿Cómo se llamaba?

Sí, exacto, claustrofobia.

Es curioso ¿no? Mi vida ha transcurrido de principio a fin entre cuatro paredes, entre una gran variedad de paredes pero siempre entre cuatro de ellas. Lo normal sería que ahora que estoy aquí me asustasen los paseos, los jardines y me encuentro hablando contigo contándote que un par de medias me dan claustrofobia… no se a que se debe, si lo descubro pronto te lo contaré.

No, no me apetece contarte mis primeros recuerdos, esa historia ya me la se. ¿Porqué no me cuentas los tuyos?

Ya… siempre igual, estás aquí para que hable yo… pues hoy no. Creo que me voy a dormir.

***