sábado, 23 de julio de 2011

21.


Crear, al menos para mí, significa escapar, pero no escapar lejos, hacia el exterior, sino precisamente escapar de ese exterior que contamina. Significa aceptarme con humildad como el centro de mi propia vida, caer en la cuenta de que sin entenderme a mi poco puedo profundizar sobre otros temas, seguramente más interesantes. Eso vendrá después.

El arte no es un agente pasivo, nunca, nunca es pasivo. No puede serlo, si lo es no es arte, a mi no me engañan. Me pueden haber engañado mucho tiempo, años, pero ahora me doy cuenta de que sería una contradicción demasiado grande. Para empezar debe trastornar al propio artista, al artista que aún no es artista, quizás, y luego debe trastornar al espectador. Tiene que ser un elemento de transformación personal, porque es un modo de comunicación con uno mismo muy intenso, tan intenso que resulta siempre agotador, tanto que en ocasiones, las más, uno flaquea antes de empezar, cuando aún está en la fase de concepción.

Puede que eso separe al verdadero artista de aquel al que simplemente le gustaría serlo, entre los que me encuentro, espero no errar al puntualizar que “por el momento”. El verdadero artista tiene que encontrar dentro suyo las fuerzas suficientes como para sacar de si mismo toda la energía que su cuerpo contiene y convertirla en algo que no solo le transforma a él sino que puede transformar también a otros.

Pero en este punto aparece también un dilema por tantos otros discutido. ¿Dónde acaba el arte para empezar una mera provocación con fines empresariales y/o publicitarios en los que el supuesto artista es más producto que su propia obra? Artistas como Damien Hirst desde luego pueden transformar al espectador, yo tengo la gran suerte, desde mi punto de vista, de no haber visto en directo ninguna de sus obras “taxidermistas”, pero estoy convencida de que me habrían afectado profundamente y me habrían transformado, puede incluso que hubiesen sido estimulantes, pero eso no quita que las encuentre repulsivas y vacías. Lo de repulsivas puedo aceptarlo, me gusta que el arte me haga sentir, que no me deje indiferente, lo de vacías si me parece un mayor argumento para negar su artisticidad. Entiendo que la “muerte” sea el tema central de su discurso, pero también lo ha sido de muchos otros artistas en cuyas obras podemos percibir más introspección.

Es posible, sí, es posible, que Hirst realizase una profunda indagación personal y que llegase a la conclusión de que esta era la mejor forma de expresar lo que llevaba dentro, en ese caso, del mismo modo que si su obra está vacía, puedo afirmar que no me interesa como artista. Aunque he de reconocer que pese a estar muy negativamente condicionada, por mi opinión sobre su persona, antes de ver la portada del último disco de los Red Hot Chili Peppers que ha diseñado él, me ha gustado.

Puede que sea yo el problema, puede que no tenga la mente suficientemente abierta, puede que no haya que pedirle al arte un desnudo completo por parte del autor, de hecho, muchos de los renacentistas cuyas obras se centraban en las temáticas religiosas no mostraban a simple vista tampoco un mensaje profundo más allá del místico de la iglesia, no mostraban la personalidad del autor. Por un lado, al menos eran capaces de crear obras magistralmente pintadas, esculpidas... por el otro, he de reconocer, que siempre me han interesado menos que las del barroco en las que percibo una mayor presencia del artista en el lienzo y una igualmente fantástica “puesta en escena”.

Siendo yo una niña le pregunte a mi padre qué pasaba si no te gustaba ningún partido político, me dijo que en ese caso igual creía que yo lo podía hacer mejor. No puedo, sin duda alguna, tampoco puedo, en absoluto, ser una mejor artista que cualquiera de los renacentistas. Pero la mayoría de las personas dispuestas a hacer un garabato en un papel son capaces de hacer obras de arte que valore más que las de éste que está tan de moda.

Hace menos de una hora comentaba con una amiga que no creía que hubiera que juzgar el arte, no había que situarse, como espectador, por encima del artista, sino simplemente, en todo caso, hablar de lo que una pieza te hace sentir. Aceptar que no eres capaz de meterte en la cabeza del artista y que, por tanto, lo único de lo que puedes hablar sin equivocarte es de lo que a ti te transmite. Y ahora me encuentro haciendo apología de la mayor de las contradicciones, haciendo precisamente eso que decía que no quería hacer.

Así que lo retiro todo, aunque me haya salido de las entrañas y aunque francamente SIENTA un rechazo hacia este tipo de “expresiones artísticas”.

Lo retiro todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario