sábado, 17 de marzo de 2012

31. Parar el mundo


Una vez estuve cerca de Parar el Mundo, estaba andando por la calle, no paseando sino simplemente en mi camino al trabajo, iba yo no-pensando, cuando de pronto todo me pareció distinto, los objetos eran lo mismo pero a mi se me antojó evidente el cambio, la materia parecía completamente diferente, todo parecía imaginario y voluble, todo parecía obra y creación mía, de mi imaginación, daba la sensación de que todo iba a desaparecer en cuanto yo girase la esquina y perdiese la visión de esa calle, de que si yo decidía que en ese momento todo cambiase de forma también sería posible. Pero en ese momento mi cuerpo no decidió cambiar ninguna forma, tomó sin embargo otra decisión que me permití después no argumentar y simplemente llevar a cabo.
Fue una situación banal y sin mucha importancia, aunque es posible que el resultado de esa decisión fuese más significativo de lo que pudiera parecer. 

miércoles, 22 de febrero de 2012

30. Las olas

Las olas retumban en su cabeza, en cada pestañeo todo se llena de espuma. Es un día de viento. En su cabeza. 

viernes, 17 de febrero de 2012

29. Un astro


Siempre supe que antes de haber nacido había sido un astro, una especie de estrella que flotaba en la oscuridad del universo y que un día, al ver a los que serían mis padres decidí que era el momento de mutar, de cambiar de forma, de materia, incluso de camino y emprender el que ha sido desde entonces el camino en el que estoy. Recuerdo tener unos tres años y contarle a mi madre esta historia, el principio de mi historia y que ella escuchase interesada y, desde luego, me diese la razón. Mi padre me contaba algo parecido,  al parecer nació de un huevo, en la época de los dinosaurios, fueron pasando los años, siglos y milenios y cuando mi abuela llegó al mundo decidió volver a empezar y ser su hijo. Creo que fue poco más tarde de cumplir los cinco, el momento clave, el momento en el que mi imaginación empezó a perder fuelle, el momento en que dejé de creer la historia de mi padre. En esa época dejé también de creer en la mía propia y dejar de creer en ella supuso, en cierto modo, una mutilación.
Acepto, acepto que el hombre viene del mono, y el mono, en última instancia viene una pequeña molécula, que se convirtió en bacteria, que se convirtió en pez y así sucesivamente. Acepto también que yo, antes de formar parte de mi madre, no existía de forma material, al menos no en este mundo. Pero lo acepto a regañadientes, porque no tengo ninguna prueba de lo contrario, o porque las pruebas de que así es, son perceptualmente demasiado evidentes como para negarlas. Pero la percepción, al fin y al cabo, nos lleva a tantos engaños, a tantos malos entendidos, o... a tan poca felicidad, que es, al fin y al cabo, lo que todos buscamos, que decidí hace un tiempo dejar de creer en ella y volver a creer en mi intuición.
No es tan fácil, tu tomas una decisión, pero a tu espalda hay millones de segundos acumulados de aprendizaje inoportuno, inconveniente e incoherente. Y este aprendizaje te ha enseñado a percibir a la manera del rebaño. De tu rebaño. Hay una tribu en Sudamérica que no tiene concepción del tiempo, para ellos no hay ayer ni mañana, para ellos el barco que navega es lo mismo que el río en que navega. Hay otra tribu, en África, que solo tiene cuatro palabras para definir los colores, y por eso no son capaces de diferenciar verde de azul y por eso para ellos el cielo es negro.
Si me fiase de mis sentidos, de mi percepción e incluso de mi concepto del tiempo y la velocidad sería tremendamente etnocentrista y no me apetece serlo. Así que voy a frenar, voy a dejar de interpretar las señales que recibo, voy a dejar de convertirlas en conceptos aceptables, sensatos, sostenibles y creíbles y voy a volver a ser un astro.

lunes, 17 de octubre de 2011

28. Don Juan

Ya deberías saber a estas alturas que un hombre de conocimiento vive de actuar, no de pensar en actuar, ni de pensar en que pensará cuando termine de actuar.
Por eso un hombre de conocimiento elige un camino con corazón y lo sigue; y luego mira y se regozija y se ríe; y luegi ve y sabe. Sabe que su vida se acabará en un abrir y cerrar de ojos; sabe que él, sí como todos los demás, no va a ninguna parte;sabe, porque ve, que nada es más importante que todo lo demás. En otras palabras, un hombre de conocimiento no tiene honor, ni dignidad, ni familia, ni nombre, ni tierra, solo tiene una vida que vivir.

Una realidad aparte, Carlos Castaneda

27.







































Photo by: Milena Güell

jueves, 28 de julio de 2011

26. El retrato de Dorian Gray

-¿Realmente ejerce usted una influencia muy mala, Lord Henry? ¿Tan mala como dice Basil?

- No existe eso que se llama una influencia buena, señor Gray. Toda influencia es inmoral. Inmoral desde el punto de vista científico.

-¿Por qué?

- Porque influir en alguien es darle el alma. Ya no piensa sus propios pensamientos, ni se consume en sus propias pasiones. Sus virtudes no son reales para él. Sus pecados, si es que hay cosas tales, son prestados. Se convierte en un eco de la música de otro, un actor de un papel que no ha sido escrito para él. El propósito de la vida es el desarrollo de uno. Llegar a realizar a la perfección la naturaleza de uno, eso es para lo que todos nosotros estamos aquí. La gente se tiene miedo a si misma hoy en día. Ha olvidado el más elevado de todos sus deberes, el deber que se debe uno a sí mismo.

El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde

miércoles, 27 de julio de 2011

25. Maldita, maldita

Está tumbada en su cama con los pies en la almohada e intentando leer, lleva poco más de una hora en la misma página. Maldita imaginación, maldita, maldita imaginación. El libro le gusta, le fascina, El retrato de Dorian Gray, pero éste no consigue, desde hace un par de días, captar su atención durante más de tres líneas seguidas.

En su cabeza se repite el mantra, no lo pienses, es mentira, es una mierda, pero ¡qué genial!/ no lo pienses, es mentira, es una mierda, pero ¡qué genial!

Se harta de la página del libro y se pone a escribir. Como no tiene valor para explicarse ni a si misma lo que de verdad le ronda la cabeza, escribe sobre una chica que está tendida en la cama y que como no podía leer se ha puesto a escribir.

La broma le hace hasta gracia, el eterno retorno, pero dudo que nadie la creyese divertida si posase la mirada en su expresión.