domingo, 22 de mayo de 2011

19.

La cama está deshecha, las sábanas rotas, la ventana abierta y las cortinas se alzan hacia la calle. Se ve a una chica sentada en el suelo, desnuda, las piernas abiertas. No es guapa, la imagen no es, en absoluto, sexual; mirada perdida, maquillaje corrido, se frota la cara en un vano intento de arreglarlo mientras el brazo izquierdo yace muerto en un costado. La moqueta está manchada, vemos una cinta de goma tirada y, a su lado, una cuchara.

- ¿Qué te parece?

- No lo se, aún no lo se, pero siento el estómago algo revuelto al mirarla.

- Perfecto, ¡es perfecto! Al menos sientes. ¡Gracias! – dijo C. riendo algo histriónicamente.- ¿te puedo invitar a un café?¿O una copa?- ya totalmente serena.

Por primera vez I. la vio. Consiguió apartar su mirada de la fotografía en la pared, la miró a ella, y minutos más tarde la veía, cuando sintió el estómago bien, la vio. Y entonces la inquietud y la sensación desagradable volvieron, C. le produjo exactamente la misma sensación que la fotografía, aunque C. sí era atractiva, o eso creía. Lo era. O no. En cierto modo.

-Claro.

miércoles, 18 de mayo de 2011

18. Pequeños descubrimientos

Hoy he descubierto en el MACBA a Frederick Kiesler. De hecho sigo en el museo y creo que antes de marcharme volveré a mirar sus piezas. Parece tratarse de un arquitecto, en la colección podemos encontrar planos, bocetos y fotografías de la maqueta de un proyecto suyo, la “Endless House”. Lo que más me ha cautivado es su espontaneidad en muchos de sus bocetos, incluso su maqueta resulta, al menos en apariencia, espontánea. Da la sensación de poder liberar por completo a su mano de los prejuicios de la mente consciente, sus bocetos realizados con tinta y agua... fluyen, son prácticamente garabatos. Siempre me han atraído los garabatos. Al ver los planos técnicos, también expuestos, es más que difícil no sorprenderse por su claro parecido. Kiesler consigue convertir algo instintivo, fruto del subconsciente, en algo técnico, físico e inteligible racionalmente.

Las fotografías de la maqueta me han fascinado por completo, tanto por la calidad de la imagen como por la maqueta en si misma. Creo que está realizada con yeso y rejilla metálica, y el resultado es un desnudo de lo más explícito, no cubre nada, no esconde los defectos, y al no esconderlos los anula, los vuelve virtudes. No hay artificio ni finura, es rudo y basto. Es sincero.

El segundo descubrimiento de hoy es el artista Nigel Henderson, sobre todo en dos de sus obras, “Territorio imaginado” y “Sepulcro de tornillos”. El primero conecta conmigo sobre todo en el concepto, en la idea de un lugar inventado, una especie de Nunca Jamás. Me parece liberador. Un sitio al que escapar, un sitio que no pertenece a nadie más, donde huir de lo racional, de lo impuesto socialmente, y aunque el llegar a ese sitio no garantice la paz, la serenidad, ni mucho menos la felicidad, me parece que supone una ayuda para el autoconocimiento. Que plasme todo esto en un plano creado con la superposición de otros mapas me resulta una especie de misterio maravilloso. Hasta hoy no conocía la existencia de este artista, nada sé de él, así que es difícil estar menos capacitada para algo de lo que lo estoy para interpretar su obra. Pero mirando mi ombligo, o su obra a través de mi ombligo, me parece encontrar una especie de chiste. Es como si estuviese racionalizando lo irracional, dándoselo al público con su propio lenguaje. Dándole una aparente veracidad a lo inexistente. Seguramente esto carezca completamente de sentido, pero hasta que conozca, (si algún día llego a conocerla), la verdadera intención, me divertiré con esta interpretación.

No puedo explicar lo que me ha absorbido de “Sepulcro de tornillos”, puede que la rudeza de la imagen, la oscuridad y la “pobreza” de la situación. Puede que se parezca a mis entrañas o puede que no tenga nada que ver... tengo que seguir investigando.

Por último, y esto no es un descubrimiento sino una reafirmación, no puedo callar la más explicita muestra de la paradoja de los museos que se ha plantado hoy ante mis ojos. Siempre estoy hablando de la impotencia que siento ante la imposibilidad de tocar algunas piezas, puede que empiece a parecer un impulso casi psicótico... con los ojos no me basta. Aún así me parece perfectamente comprensible que no se puedan tocar las acuarelas, los cuadros, y demás obras de arte delicadas, sufrirían un deterioro peligroso y absolutamente indeseado. Pero no deja de parecerme absurdo, en cambio, no poder acercarme de forma táctil a una escultura metálica, por ejemplo. (Es cierto que mis impulsos reprimidos no se limitan a estas piezas...)

Siempre he pensado que determinadas obras no pueden asimilarse por completo usando un único sentido, que son eminentemente táctiles, pero hoy, en la colección del MACBA, aparecía expuesta una obra de Muntadas, “Objeto Poema Táctil”. Ese es su nombre y estaba, por supuesto, en una vitrina.

martes, 10 de mayo de 2011

17. *

Casi 30º y un 98% de humedad en el ambiente. Estamos formados por tres cuartas partes de agua, siempre nos lo han dicho y ahora empiezo a creerlo, siento caer una gota tras otra de sudor frío; surgen entre las raíces de mi pelo, resbalan y las noto caer sobre mi nariz, sobre mi cuello, sobre mi escote. El cielo está coronado por una espesa masa gris, donde ésta se rompe no aparecen claros, sino zonas más oscuras, de un gris que se me antoja prácticamente negro. No llueve, no ha llovido en todo el día, sigo esperando la explosión que acabe con esta tensión que se hace cada vez más insoportable. Sigo esperando los rayos, las luces y los estallidos sonoros, y sentir el agua caer del cielo, para poder dejar de sentirla caer desde mi frente sobre mi nariz y sobre mi cuello y sobre mi escote. El aire está tan cargado que tengo que hacer un esfuerzo para dejar que llene mis pulmones, no puedo respirar de forma natural, tengo que ser consciente de ello en todo momento, inspira, expira, inspira, expira. Me empieza a doler la cabeza, en días como hoy me suele doler. La angustia empieza a correr por cada célula de mi sangre, se extiende por todo mi cuerpo, llega a cada uña, a cada pelo, a cada pedazo de mi piel. Me siento en un rincón de la habitación, en el suelo, abrazando mis rodillas con los brazos y bajando la cabeza. No hables, no voy a responder, no voy a oír, no voy a ver.