domingo, 22 de mayo de 2011

19.

La cama está deshecha, las sábanas rotas, la ventana abierta y las cortinas se alzan hacia la calle. Se ve a una chica sentada en el suelo, desnuda, las piernas abiertas. No es guapa, la imagen no es, en absoluto, sexual; mirada perdida, maquillaje corrido, se frota la cara en un vano intento de arreglarlo mientras el brazo izquierdo yace muerto en un costado. La moqueta está manchada, vemos una cinta de goma tirada y, a su lado, una cuchara.

- ¿Qué te parece?

- No lo se, aún no lo se, pero siento el estómago algo revuelto al mirarla.

- Perfecto, ¡es perfecto! Al menos sientes. ¡Gracias! – dijo C. riendo algo histriónicamente.- ¿te puedo invitar a un café?¿O una copa?- ya totalmente serena.

Por primera vez I. la vio. Consiguió apartar su mirada de la fotografía en la pared, la miró a ella, y minutos más tarde la veía, cuando sintió el estómago bien, la vio. Y entonces la inquietud y la sensación desagradable volvieron, C. le produjo exactamente la misma sensación que la fotografía, aunque C. sí era atractiva, o eso creía. Lo era. O no. En cierto modo.

-Claro.

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